Muhammad, vacunado con Pfizer: “Tras recibir la segunda dosis, mi vida cambió drásticamente en menos de 48 horas”
Después de muchas visitas al hospital, tiene un seguimiento cardiológico en la Quirón del Campo de Gibraltar y neurológico por lo privado en su ciudad, Ceuta
NOMBRE: Muhammad
EDAD: 30 años
VACUNA: Pfizer, dos dosis
LOCALIDAD: Ceuta (España)
FECHA de entrada de testimonio: 21 de enero de 2022
Testimonio completo:
En el mes de Julio de 2021 me vacuné contra el covid 19 con la segunda dosis de la vacuna de Pfizer en el ayuntamiento de Ceuta. Previamente, en Junio, había recibido la primera dosis sin pasar ningún tipo de efecto secundario o problema. Pero tras recibir la segunda dosis el día 13 de Julio de 2021, mi vida dio un cambio drástico en menos de 48 horas; comencé a vivir una autentica pesadilla.
Antes de esto me encontraba muy bien de salud, acudía de forma diaria al gimnasio y realizaba una hora de musculación y media hora de ejercicio aeróbico diario desde enero de 2021, con una estricta dieta y muy buenos resultados. Pero tras vacunarme con la segunda dosis el dia 13, el dia 14 empecé a sentirme raro, muy decaido, con falta de energía y sin ganas de nada.
“Me trasladan al hospital público más cercano, y allí me indican que es un efecto secundario de la vacuna”
El día 15, menos de 48 horas después de la inoculación, me despierto entorno a las seis de la mañana, en mi cama, con una fuerte opresión en la zona torácica y graves dificultades para respirar, asustándome muchísimo, como si estuviera sufriendo algún tipo de shock anafilactico. Mi madre llama entonces a la ambulancia, que me trasladan al hospital público más cercano, y allí me indican que es un efecto secundario de la vacuna, que no debo darle mucha importancia (ya que saturo bien el oxígeno) y que se me quitará solo. Aquí comienza una larga odisea hasta la actualidad que aun no ha acabado.
A partir del 16 de julio intento retomar mis actividades físicas rutinarias, sintiendo una gran pesadez y opresión en el pecho y una grave disnea. Después de cuatro o cinco días aguantando, mientras realizaba ejercicio aeróbico en una cinta de correr, dicha opresión y dolor en el pecho se agudizan de forma abrumadora, viéndome obligado a parar y dirigirme a casa, donde tras haberme lavado compruebo que mi ritmo cardíaco no disminuye. Acudo entonces a urgencias, en una clínica privada cercana, donde se me diagnostica con un electro un bloqueo de «rama izquierda» y se me deriva al hospital público más cercano, donde me indican que el bloqueo no es de rama izquierda, sino de la rama derecha.
“Acudiendo más de una vez al día a urgencias, donde solo me administraban benzodiacepinas, me indicaron que debía visitar a algún psiquiatra para modificar la medicacion de mi ansiedad”
Tras tratar la sintomatología y la taquicardia, soy derivado al cardiólogo y desde ese día me veo obligado a frenar mis actividades deportivas por dichos dolores y presiones constantes. Conforme van pasando los días dichos dolores van aumentando, y más con los esfuerzos, llegando al punto de ser imposible realizar cualquier actividad básica sin sufrir una taquicardia, ahogo y falta de aire con dolores de pecho. Abrir una puerta, ducharme, coger algun objeto con los brazos, vestirme… comenzando a estar la mayor parte de los días tumbado para evitar dichas situaciones.
Entre julio y agosto acudo a urgencias del hospital en mas de 20 ocasiones, y en todas ellas me diagnostican y etiquetan con «ansiedad», tratándome solo con relajantes. Antes de llegar al mes tras la vacunacion comienzo a tener graves temblores incontrolables por todo el cuerpo tipo parkinson, estando casi convulsionando en la mayoría de las ocasiones y acudiendo más de una vez al día a urgencias, donde solo me administraban benzodiacepinas, me indicaron que debía visitar a algún psiquiatra para modificar la medicacion de mi ansiedad, controlada de hace muchos años y con mi tratamiento.
“Mi sistema digestivo dejó de funcionar correctamente y no realizaba bien la digestión, perdiendo casi 15 kilos de peso en menos de dos meses“
Comienzo a tener graves dolores en el brazo izquierdo, la parte alta de la espalda, imposibilidad de llenarme los pulmones de aire y muchos temblores y convulsiones, sobre todo a la noche, siéndome imposible dormir. Continuo acudiendo a urgencias diariamente tras los ataques y tras visitar a un psiquiatra que me modifica la medicación de la ansiedad; voy comprobando que sigo empeorando, comenzando a agarrotarse mi brazo izquierdo, comenzando por el dedo pulgar y mientras eso ascendía por el brazo donde se me inoculó. Dicha “parálisis” fue extendiéndose hasta alcanzar mi cuello, sufriendo un bloqueo y graves contracturas que me impedían mover la cabeza, el brazo derecho y comenzando a tener problemas para actividades que requieren de destreza motora fina como: escribir en un teclado, atar unos cordones, comer, cepillarme, peinarme…
Comiendo a perder peso porque mi sistema digestivo dejó de funcionar correctamente y no realizaba bien la digestión, perdiendo casi 15 kilos de peso en menos de dos meses, continuo acudiendo a urgencias diariamente donde dejan de darme importancia. Me catalogan como un ansioso depresivo, se niegan a ingresarme o derivarme a cualquier especialista y solo me administran relajantes tipo alprazolam y rivotril, sin hacer caso de mis problemas neurológicos, digestivos, cardiacos… Dicha ataxia se me extiende a las piernas, por lo que comienzo a caminar cojeando y sin posibilidades de realizar ningún tipo de esfuerzo: no podía coger una botella de agua, dar mas de 7 u 8 pasos, subir unas escaleras o ducharme. Comienzo a sufrir una especie de “ataques” como si fueran accidentes isquémicos transitorios donde perdía la fuerza y movilidad total en varias zonas del cuerpo como la mano o las piernas y con imposibilidad siquiera de tragar saliva hasta el punto de que me caigo en mi casa un día. A esto hay que sumarle los inmensos dolores en pecho, brazo izquierdo sobre todo, cuello y espalda.
“Intento ir recuperando mi vida poco a poco, pero los dolores comienzan a ser insoportables y no soy capaz de aguantar de pie mas que unos pocos minutos”
Sigo acudiendo a urgencias, la mayoría de las veces entrando en silla de ruedas sin poder caminar y muchas de ellas en brazos de mi padre convulsionando o temblando; siguen administrando sedantes. Tras la desesperación de más de dos meses y encontrándome casi tetrapléjico, decido acudir a un hospital privado mas cercano, Hospital Quirón campo de Gibraltar, ya que disponía de seguro médico privado. En la primera consulta de urgencias soy ingresado a cargo de medicina interna durante casi 15 días, donde se me practican una serie de estudios para descartar una esclerosis múltiple y otras afecciones similares. Se me trata la sintomatología y a lo largo del ingreso comienzo a recuperar mi movilidad e independencia dándome de alta a mediados de septiembre de 2021 por mejoría clínica, pero sin un diagnostico claro. Tras el alta decido comenzar a trabajar de nuevo y hacer frente a las secuelas (dolores muy fuertes de cuello, pecho, espalda, falta de coordinación sobre todo en la pierna y brazo izquierdos, temblores, adormecimiento de las extremidades y falta de control sobre las mismas). Dichos dolores los trato con medicación en el domicilio e intento ir recuperando mi vida poco a poco, pero los dolores comienzan a ser insoportables y no soy capaz de aguantar de pie mas que unos pocos minutos, tampoco puedo hacer una vida normal y acudo a un neurólogo privado que me indica que posiblemente esté pasando por un síndrome de Guillain barre, que puede ser mortal si no es tratado a tiempo. Pero han pasado ya casi 3 meses desde que comencé con los síntomas y a estas alturas es mejor que la recuperación sea natural, ya que no se puede diagnosticar al dar negativo en prueba de anti gangliósidos (realizada por lo privado). Por los graves dolores acudo a urgencias del hospital Quirón de Málaga, donde me lleva mi padre y soy ingresado de nuevo, esta vez a cargo del servicio de neurología que me practica más pruebas diagnósticas, no quedando claro el diagnóstico y siendo derivado al servicio de cardiología, que me encuentra el corazón «debilitado» y me aplican un tratamiento protector que sirve contra la miopericarditis.
“Fuera lo que fuera lo que me ocurrió, no era ansiedad”
En el ingreso se aprecia una insuficiencia mitral leve (aunque compatible con la normalidad) y rasgos de miopatía de cintura para abajo tras practicarme una electro neurografía (esta última en resolución). Soy tratado con enalapril, carvedilol, colchicina y gabapentina. Tras la resonancia magnética cardiaca soy dado de alta y comienzo a intentar retomar una vida normal con muchas dificultades en el día a día, no sin acudir en más de una ocasión a urgencias por intensos dolores, vértigos, temblores, ataxia, palpitaciones, taquicardias y un largo etcétera. En la actualidad aun no he recuperado mi vida con normalidad y sigo en estudio cardiológico y neurológico por la vía privada. Cardiológicamente a través del hospital Quirón de Campo de Gibraltar y por una clínica privada de mi ciudad, y neurológicamente por el instituto de especialidades neurológicas del Campo de Gibraltar. Aún no he podido recuperar una vida plena y cada día que pasa veo más complicado poder hacerlo. Sí que he conseguido recuperar peso y he vuelto a comer, hablé con mi psiquiatra que me indicó que debía volver a mi medicación de siempre para la ansiedad, ya que fuera lo que fuera lo que me ocurrió, no era ansiedad y actualmente tengo muchos impedimentos para realizar una vida normal.