Sergio: “Cada día de supervivencia es una proeza desde hace un tiempo”
NOMBRE
Sergio P. P.
28 años, inoculado con Pfizer, residente en Valladolid
EFECTOS ADVERSOS
Enrojecimiento. Hinchazón y/o dolor en la zona. Malestar General. Debilidad. Fatiga y/o cansancio. Dolor de cabeza. Dolor en los músculos y/o articulaciones. Fiebre y/o escalofríos. Espasmos involuntarios. Dificultad para respirar. Trastornos neuronales. Dolor en el pecho. Fatiga crónica. Hinchazón en las piernas. Parálisis facial. Otras patologías.
“Al día siguiente de la primera dosis, me encontraba aletargado, con fácil fatiga y extremadamente cansado”
TESTIMONIO
Desde que me inoculé cada una de las dosis, sentí a los pocos minutos un picor que se me fue irradiando por todo el brazo del pinchazo, del hombro a la palma y, sobre todo, al reverso de la mano. Un picor algo molesto, pero que muchos decían que era “lo normal”.
Al día siguiente de la primera dosis, me encontraba aletargado, con fácil fatiga, y extremadamente cansado. También sentía una alteración en el estado de consciencia, ya que me sentía con mayor “desinhibición” de lo normal para como suelo ser yo.
“Sufro extrañas parálisis faciales, dolores de cabeza anormales para como los suelo sentir en intensidad y duración, cerca de la sien y en la zona parieto-occipital”
Al día siguiente de la segunda dosis, sentí un enorme cansancio, dolor de articulaciones, estado febril y malestar general. Con un paracetamol parecía que sería suficiente, pero no iría a ser así del todo, ya que desde entonces sufro extrañas parálisis faciales, dolores de cabeza anormales para como los suelo sentir en intensidad y duración, cerca de la sien y en la zona parietooccipital.
“Siento, de manera inesperada y extraña, cambios bruscos en el ritmo cardíaco”
También siento anormales espasmos musculares en el rostro y en ocasiones, meses después, de manera inesperada y extraña, cambios bruscos en el ritmo cardíaco, los cuales me duran poco tiempo, pero son latigazos tan bruscos y momentáneos, tanto de reducción como de aumento en la tasa cardíaca, que a poco siento que me pueden dejar en la tumba inminentemente.
Cada día de supervivencia es una proeza desde hace un tiempo y no me atrevo a hablar de esto con mi médico de cabecera.